Principios de Economía Política Luis Segal
El estudio de la Economía ha seguido en nuestro país las alternativas del proceso social. Su letargo ha coincidido con los periodos de estancamiento, cuando las fuerzas productivas nacionales han detenido su desarrolló ante obstáculos opuestos por las clases dominantes. En cambio, cada vez que un movimiento de las clases oprimidas ha intentado abrir nuevas vías a la explotación de las fuerzas productivas nacionales, las ciencias económicas han vuelto a cultivarse.
Manuel Belgrano fue, sin duda, el precursor de los estudios económicos entre nosotros. Siendo estudiante en Salamanca se entregó a la lectura de una serie de obras de autores que se empeñaban en descubrir remedios a la pobreza de España. "Las ideas de economía política cundían con furor”, escribió más tarde recordando esos años. No sería difícil que hubiera leído, aunque es seguro que se puso en contacto con muchas de sus ideas que flotaban en tos medios intelectuales españoles de la época, el libro del padre de la Economía Política Clásica, Adam Smith, "La riqueza de las naciones". Su curiosidad científica no era puramente académica. Pensaba permanentemente, como él mismo lo confiesa, en el provecho que podía sacar de esas ideas para levantar al Río de la Plata del atraso y de la miseria en que yacía. Posteriormente, desde el cargo de secretario del Consulado de Buenos Aires, tendría la oportunidad de luchar sin descanso contra el monopolio y contra la pobreza presentando algunos proyectos que chocaban con los intereses de los comerciantes españoles, únicos usufructuarios del régimen económico imperante. A los sofismas de éstos oponía las verdades que había recogido en los libros y en el contacto personal con los hombres más esclarecidos de ese instante de renovación que vivía la Madre Patria. Muy a menudo aparece en su pluma la máxima de la escuela fisiocrática formulada por Quesnay. "Dése plena libertad al comercio interior y exterior, que consiste en la libre concurrencia"[1]. Los viejos monopolistas, cargados de prejuicios, nada querían saber de libertades. No desconocían que en la opresión y en la esclavitud descansaban sus privilegios. Belgrano se hizo político para llevar a la práctica sus ideas y, como éstas criticaban el orden imperante, no podía ser sino político revolucionario.
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