Radiografía del Che Enrique Salgado

 Un eco puebla dilatadas zonas del mundo y late en millones de mentes. Parece chapoteo de agua, siega de espigas, inyección de alcanfor. Ante lo que evoca y significa, escalofríos de sed muerden a los sensibilizados mientras la indiferencia o el odio invaden a los turbios buscadores de haberes. Es el «Che» con su muerte a cuestas.

El «Che», a quien en la Universidad y en los sobres de las cartas ceñían a la obligada fórmula del nombre y apellidos —Ernesto Guevara de la Serna—, constituye un complejo fenómeno de nuestro tiempo que ya tiene su sede mítica y un monumento en el Great Britain Park, de Londres. También, a diario, en los pasillos de las Facultades universitarias de Estados Unidos aparecen letreros que gritan: Clic lives! «¡el Che vive!» Y no sólo en Bolivia, sino en toda Latinoamérica, en el mundo, existen multitudes dispuestas a luchar por él, por lo que simboliza. «Matar al Che —dice Carlos Núñez— es ciertamente imposible; intentarlo, en todo caso, implica ocultar su más reciente palabra, enterrar su registro, eliminar a sus depositarios.» Pocos han visto como el «Che» la criatura y su deseo, su hambre. Y él eligió un camino para remediarlo.

https://drive.google.com/file/d/1C9nhMkQPrPHwd9iq_CoK1E4gc5gJrRDu/view?usp=sharing




Comentarios

Entradas populares de este blog

Compendio de la historia de la Revolucion - Albert Soboul

TARCUS HORACIO La Biblia del Proletariado

De los Neandertales a los Neoliberales