Rosa Luxemburgo Obras Escogidas
Rosa Luxemburgo fue una mujer de apariencia física nada favorable: su cuerpo, notoriamente pequeño, era poco agraciado y de andar un tanto defectuoso. A su rostro, en el que sorprendían la belleza y la viveza de sus ojos, acudía con frecuencia una sonrisa insegura, irónica y agresiva. Aparte de su unión con Leo Jogiches, su amante de juventud y su camarada de toda la vida, sus relaciones afectivas fueron escasas y distanciadas; prefería el retiro, amaba la naturaleza.
Rosa Luxenburgo fue además judía y, concretamente, judía polaca. De su familia, en la que había también un pasado germano, heredó la tradición ilustrada y cosmopolita de ese tipo de gente propiamente “europeo” (de la época de la libre competencia) que pertenecía enteramente a su país, pero era extranjero en su estado nacional. Por esta razón, no obstante que ella discutía con igual presencia lo mismo las cuestiones polacas de su partido de origen que las alemanas de su partido de adopción, y pese a que se inmiscuía sin ningún reparo, ni siquiera idiomático, lo mismo en el contorno republicano de un Jaurés que en el ambiente conspirativo de un Lenin, nunca fue aceptada del todo en los medios socialistas “nacionales”, especialmente en la socialdemocracia alemana, donde no se olvidaba el hecho de que provenía de una nación sojuzgada o “de segunda”.
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