LOS ESCRITOS DE MARX Y ENGELS SOBRE MÉXICO Jorge Veraza Urtuzuástegui

 Un ambiente psicosocial en el que han sido remodeladas las emociones y las conductas y en el que se las sigue trabajando cotidianamente. El conformismo, el derrotismo y el desánimo corrientes pero provocados por las condiciones materiales e ideológicas de dominio capitalista han sido remodeladas hacia un tipo de cinismo que se complace desafiante en su impotencia ante autoridades que no oyen. Pero es aún más característica otra versión: un cinismo autoritario deslocalizado cuya hipocresía y dureza e insensibilidad (por insaciabilidad) lo aleja de toda solidaridad y que por no ceder a un impulso humano –incluso propio si todavía le queda– antepone la eficiencia objetiva. Por cierto, no tan real pero que sirve de pretexto para preservar bien los intereses egoístas de tales personas (y, por supuesto el aparato de poder defendido por ellas). Poder convertido en interés propio, por lo demás. Y precisamente en tanto columna vertebral que sustenta a los cuerpos de moluscos de esas personas que de no identificarse con ese poder desplegarían la primera versión de cinismo: la desafiante en su impotencia, pues están vaciadas de fortaleza interior por los avatares de la crisis y por la gestión neoliberal de la misma.

Ahora bien, ese poder exterior les vertebra, les da sustento, pero él mismo se apoya en poderes exteriores. Esta segunda vuelta es la que le da sesgo cínico al poder y al carácter. Esto es, no se trata sólo del tradicional poder enajenado del dinero y de la institución autoritaria o manipulatoria sino, de una reenajenación consistente en la deslocalización de esos poderes enajenados. No se trata simplemente de que las relaciones entre cosas dominen a las relaciones entre personas y donde la política se convierte de gestión de las libertades en mera administración de las personas como si fueran cosas. Sino que el dominio de las cosas ocurre de modo que las relaciones entre personas y éstas no parecen existir para las primeras. Y bien, ese doblete debe ser convertido en actitud personal entre las gentes. Sometidas a dos fuegos para que lleguen a tal autodegradación. De un lado, desde el aparato tecnológico deslocalizado –cuatripartita aludido–; de otro lado, desde la deslocalizada cúspide política del entramado social


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